http://www.slideshare.net/pazyluz/las-leyes-morales
Desde tiempos inmemoriales, la Ciencia se viene dedicando exclusivamente al estudio de los fenómenos del mundo físico, susceptibles de ser examinados por la observación y experimentación, dejando a cargo de la Religión el trato de las cuestiones metafísicas o espirituales. Con el avance científico en los últimos siglos, principalmente en el XIX, la separación entre la Ciencia y la Religión se transformó en beligerancia. Apoyada en la Razón, y sobrestimando los descubrimientos en el campo de la materia, la Ciencia pasó a burlarse de la Religión, mientras esta, desmantelada y herida en sus bases – los dogmas sin prueba – replicaba como podía, lanzando anatemas a las conquistas de aquella, anotándolas como contrarias a la Fe.
Gracias al Espiritismo, se comienza a reconocer que el hombre, criatura compleja que es, formada de cuerpo y alma, no sufre sólo las influencias del medio físico en el que vive, como es el clima, la tierra, la alimentación, etc., sino tanto o más las influencias de la psicosfera terrena, es decir, de las entidades espirituales – buenas o malas – que cohabitan este planeta (los llamados ángeles o demonios), las cuales interfieren en su comportamiento en mayor escala de lo que él quiera admitir. De ahí la recomendación de Cristo: “orad y vigilad para no caer en tentación”.
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